Como (creo) pasa en todas las familias, con el paso del tiempo nos hemos estado separando un poco para las fiestas de navidad, hace años cuando aún estaba mi abuelita como la matriarca nadie podía faltar a las reuniones, claro que si tenía que cumplir en otro lugar se iban temprano o llegaban más tarde pero era una ofensa no asistir, ahora que Doña Lola no está nos fracturamos poco a poco hasta el día de hoy que prácticamente cada quien se junta a cenar por separado.
Es bastante nostálgico pues yo de niño solo venía a Monterrey en vacaciones y añoraba la navidad y el año nuevo porque era una gran fiesta en familia, esa familia que no veía más que 3 veces al año. A partir de que ya vivo en la ciudad todavía alcanzamos a juntarnos pocas veces todos, pero al final lo inevitable sucedió y cada quien por su lado. Se formaron bandos y otros tienen que asistir con sus nuevas familias, aquellos que ya empezaron con los hijos y los nietos, es un paso natural pero no deja de darme algo de melancolía pues yo siempre crecí con esa ilusión y si quieres decirle cliché, de tener una navidad y año nuevo en familia.
Todo esto se dio más pues ayer en los preparativos para la cena de año nuevo que voy a hacer en mi casa fui a llevarle a un tío una pierna mechada para que la preparara para el día de hoy y una de mis primas más queridas (pues somos prácticamente de la misma edad y me arropo cuando era un pueblerino asustado en la gran ciudad) estaba ahí y platicamos un rato. Recordamos una vez hace muchísimos años, allá cuando Toy Story acababa de salir en el cine y yo me enamore de las animaciones por computadora (la cual luego se volvería mas fuerte cuando salió “Bichos” y el increíble corto “Geri’s Game”) yo le pedí al gordo barbón me trajera un Buzz Lightyear y a mi prima le regalaron unas típicas Barbies. Los dos ingenuos niños llevamos nuestros juguetes a uno de los cuartos de la casa de mi abuela y cerramos las puertas, pero nos fuimos a asomar por la ventana con la esperanza de que estos se movieran e interactuaran entre ellos.
No es necesario decir que eso jamás paso, pero nuestra ilusión de pensar que tal vez podía suceder, mas la famosa “magia de la navidad”, la familia reunida y una cena (como siempre) deliciosa, hace que atesore ese recuerdo y no lo deje ir, como muestra de lo que alguna vez fuimos en mi hogar y que al parecer, no se volverá a repetir… porque ya no soy tan ingenuo ahora sé que tengo que poner a Buzz Lightyear con un Woody para que estos interactúen.
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Eslem Torres Eriksson