21 de abril de 2012

Exageremos

A la edad de 5 años tenía un miedo justificado hacia los pastores alemanes, me daban pavor verlos cerca de mí, todo generado a que tiempo atrás de que ese temor empezara uno me había mordido la nalga. Afortunadamente solo rompió mi pantalón así como la ropa interior y alcanzo a rasguñar el sensual glúteo (desde niño soy bastante sexy), aunque si me dolió por varios días siguientes.

Cada vez que veía un pastor alemán yo entraba en estado de shock y alguna vez que fuimos a casa de una amiga de mi madre y había un perro de esa raza yo me ponía terco que no quería entrar. Una mamá normal calma a su hijo y le aplica la de “que no te de miedo, mira pasa no hace nada” y demás discurso que una típica madre le dice al niño para que no entre en pánico, lo veo con mis primas cuando vienen con sus hijos a mi casa (aunque mis perros son de tamaño mediano y la verdad son bien juguetones). Sabrán que mi familia son todo menos normales y en lugar de calmar al pequeño mi madre riendo me dijo “no seas pinche maricón o sino ahí te quedas” acto seguido a ella caminando hacia la casa de su amiga. Seguramente no me lo dijo con esas palabras pero así se quedaron grabadas en mi mente.

Cuando estaba en primaria e iba a andar en bicicleta con un buen amigo, aproveche y le platique que andaba triste porque mis papás empezaron a pelearse un poco, no recuerdo la verdad que chingados era pero no les duro el show más de dos semanas. Comentaba como me hacía sentir eso a lo que el cabrón solo me decía “no mames wey ya cállate y vámonos a las maquinitas”. Bueno, sus padres ya estaban divorciados así que a él solo le estaba diciendo cosas que él ya había visto, pero eso no quitaba que me gustaba ser escuchado.

Ya a finales de la preparatoria estaba con una chava de la cual estaba estúpidamente enamorado, ya saben cómo típico quinceañero pendejo. Platicábamos de lo que bien podría o no pasar en la universidad y como a mí me daba miedo que las cosas fueran a cambiar mucho entre mis amigos, compañeros y yo porque la verdad íbamos a estar bastante separados todos (cabe recalcar que ella no estaba con nosotros). De igual manera transformo mis palabras y se empezó a reír pues decía que era estúpido de mi parte preocuparme por eso que las cosas seguirían siendo iguales y ella lo veía con otras personas que se iban lejos a estudiar la carrera, regresaban y todo era exactamente lo mismo, solo que yo soy demasiado exagerado y por eso le daba demasiada importancia.

Debo admitir que en ese tiempo eso me alegro un poco, pero ahora me da gusto jamás haber regresado, no me gustaría estar con la misma mentalidad que hace 5 años. Lo que si es que me molesto un chingo que yo me estuviera abriendo de algo que me preocupaba y todos los que les ha tocado estar ahí les importa un carajo y en vez de ponerme un mínimo de atención solo me dicen “eres un pinche exagerado”.

Siempre he sido una persona que le gusta ser escuchada pero una de las razones por las cuales nunca me abro con la gente es porque ya estoy acostumbrado que en vez de escuchar me tomen todo a la ligera, como broma o se burlen de lo poco o mucho que me pueda pasar.

Y a día de hoy es algo que aunque lo intente cambiar, regresa a lo mismo y mejor me quedo como estoy. Por eso me gusta el blog, me vale a mí un carajo si alguien me lee o no, al menos yo ya saque lo que tenía que decir.

Si el sistema funciona, no intentes cambiarlo. Por eso hay veces que aunque tengo que decir algo, me lo guardo. Así me hizo la gente que puedo decir.

1 comentario:

  1. No haz conocido a la gente correcta :)

    A muchos otros nos gusta escuchar o leer lo que otros más tienen para decir.

    Quizás por eso tenemos blog, nadie parece poner atención en el "mundo real" así que quizás alguien aquí si quiera escuchar (o aunque sea leer) lo que tenemos para decir.

    Saludos.

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