26 de agosto de 2012

De Destino, Piyamas y Otras Monstruos


Siempre he sido una persona creyente de que Dios no juega a los dados y nada pasa por “coincidencia” pero tampoco creo que el destino haga todo por si solo si no movemos las piezas para que estas pasen.

Todo se trata de las decisiones que tomamos, creo, y tal vez creo mal, que tenemos algo ya trazado, tenemos un guión preestablecido, hecho por algo superior a nosotros pero en nosotros queda llegar a la siguiente escena.

Me gusta pensar que nos ponen a la mano todas las posibilidades para lograr nuestro objetivo, pero al final nosotros elegimos si ir para la derecha o a la izquierda, escoger si hacerlo o no hacerlo y por lo mismo controlamos nuestro propio destino.

Todo está entrelazado, todos estamos relacionados, la teoría de los 6° es, por lo mismo, fascinante. Cada una de nuestras acciones generan un efecto en nosotros, pero pensando en esta teoría, igual e influye a nuestro alrededor.

Me gusta pensar que voy hacia donde tengo que ir, hace un año sabía a donde quería llegar y hoy estoy más cerca que ayer, pero menos que mañana.

Decisiones, la vida son decisiones. Y el destino es fascinante.

15 de agosto de 2012

No veo claro

No veo la razón por la cual estén enterados, a menos que sean amigos cercanos, pero hace unos días cumplí un año con mi novia (si, UN AÑO, yo sé que mis antiguos blogs y personalidad no te da la idea que sea una persona de compromisos así, pero lo soy y punto). Si soy un bombón. Durante este tiempo, por supuesto, ha salido la ya clásica platica sobre el “si llegamos a 5 años y no nos casamos te demando por pérdida de tiempo”, obviamente, mientras jugamos y jocoseamos un poco. Es, creo, la amenaza de moda desde que se hizo ley.

Siempre que estamos en esta plática (que, tampoco es frecuente) yo respondo con mi fatality “pues si no veo claro contigo a los 4 años y medio yo le hago al Houdini y me escapo de la situación. Un completo y verdadero caballero, por supuesto.

Hubo una metáfora muy buena usada por ella y que genero este post.  Veamos el noviazgo como una pintura. En serio, imaginémoslo así, nada tiene que ver con que la domadora sea artista.

Cuando uno le entra al pincelazo (mas no al brochazo gordo) al inicio hay mucha pasión, mucha dedicación, pasas días pensando en que harás, como lo harás y dedicas tu tiempo al 100% para esa pintura que estás haciendo. Conforme pasan los días este rush de emoción va decreciendo, vas dejando pasar unos días sin ponerle atención pero te agarras de vez en vez a seguir pintando con frenesí, sin embargo ya no es la misma emoción que al inicio.

Pasan los meses y tienes que encontrar de nuevo esa chispa que te despierte el interés para apasionarte de nuevo y dedicarle todo tu tiempo a esa pintura en especial y no distraerte con tus otras obras en proyecto. Hay que conservar esa emoción y hacerla crecer de nuevo.

Al final, si no llegas a ver con claridad a donde quieres llegar con esa obra, si no logras recuperar esa emoción por estar con ella, por dedicarle tu tiempo, por hacerla realmente tuya, si no pasa eso querido lector, terminaras descartando esa pintura, haciéndola a un lado porque, de plano, no pudiste seguir trabajando en ella.

Esto no quiere decir que en un futuro puedas regresar a ella, igual y recuperar eso perdido y terminar la obra de forma magnífica, aunque también podrías descartarla para siempre y olvidarte de ella. Igual y prenderle fuego y arrojarla al rio.

Pensándolo bien ¿verdad que tenemos razón?

El noviazgo es una pintura en proceso.

Nos estamos leyendo
Eslem Torres