Andaba por un pueblito de San Luis Potosí y vi a unas personas haciendo pan en un horno de barro como lo hacen varias panaderías artesanales que he conocido (la mayoría solo por nombre) últimamente gracias al ambiente en que se mueve mi otro blog. Por curiosidad me acerque y empecé a hablar con las personas, que dicho sea de paso, muy amablemente me invitaron a acompañarlos en su domingo en familia. En lo que esperaba que llegaran las personas con las que estaba viajando seguí curiosando con la familia preguntándoles sobre sus procesos, los tipos de granos, levaduras que usaban para sus producto y yo queriendome ver la persona de mucho mundo les decía que su pan artesanal era sin duda espectacular, que era bastante superior a panes que había probado en panaderías que se hacen llamar "de especialidad". Vaya, su pan era verdaderamente delicioso.
La señora mas grande del grupo (de unos 80 años tal vez) me volteo a ver con cara de desconfianza y mirándome directamente a los ojos solo me dijo:
¿pan artesanal? aquí nosotros solo le llamamos pan
Ese día aprendí algo llamado humildad.
Nos estamos leyendo
Eslem Torres
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