El domingo por la mañana mientras acompañaba mi café con pan tostado me puse a leer el New Yorker, en lo personal es una revista que me encanta y a la que estoy suscrito (con truco para poder ver la versión digital por supuesto). Todo esto en mi ritual de domingo por la mañana antes de disponerme a escribir unos artículos para mi otro blog In Cervesio Felicitas.
Me dio mucha nostalgia pues esta revista la conocí cuando estaba en preparatoria y empezaba con el gusanito de querer escribir algo mas allá de unos cuantos post dispersos en un blog que tenía en aquel tiempo, que eventualmente cerré porque Dios mío, que horrores estaban ahí plasmados.
He de admitir que jamás tuve el valor de decirle a mis padres de esa afición, del gusto por escribir aun mas que el de leer del cual ellos tampoco eran cómplices. La primera vez que tomé un libro más en forma fueron los 2 primero de la saga de Harry Potter, cuando yo tenía 10 años pues una prima me los regalo para que me entretuviera en esas vacaciones de verano que no eran vacaciones. Tengo que admitir que sí, me engancharon y me atraparon, tanto que cuando regresé a mi pueblo bicicletero buscaba en la única librería que teníamos los siguientes dos libros, algo que mis padres no querían comprarme y ahí veían al niño de 10 años ahorrando su dinero para el "lonche" de la primaria y sus “domingos” para podérselos comprar.
Todo esto viene a colación pues hoy le pregunte a mi madre si ellos me hubieran apoyado, de haberles dicho, que
querían dedicarme a ser escritor o periodista, ella siendo tan condescendiente como lo es creo, todas las madres contesto: “tal vez, hubiéramos querido primero verte escribiendo, leer lo que hacías y ver si te empezabas a desenvolver en ese mundo” algo que absolutamente no hubieran hecho. Le hice una mirada de desconfianza para que ella cambiara su respuesta “la verdad no, yo habría fungido de puente de convencimiento con tu padre pero no creo que a él le gustara la idea”. En eso tiene razón, casi me deshereda cuando le dije que no iba a estudiar Ingeniero en Mecatrónica y me iría por Electrónica y Automatización, ahora imagínense si hubiera sido “Papá, quiero ser periodista”.
Leía el New Yorker y me preguntaba que habría pasado si fuera de otra manera ¿hubiera podido llegar a escribir para una publicación así? ¿Habría hecho algo? ¿Entraría a las estadísticas de esos que estudian letras para al final terminar siendo maestros de inglés en una secundaria? Pero ¿y si no? ¿Si hubiera sacado todo mi potencial? ¿Estaría feliz con mi decisión? Todo esto se volvió más tormentoso pues últimamente no he estado muy contento con mi carrera. Me gusta, la disfruto, pero no me apasiona.
Tal vez sean solo miedos de estar ya terminando mi carrera de ingeniero, de estar empezando con un trabajo relacionado a mi carrera y que voy fungiendo como "el hombre de la casa", tal vez sea eso… tal vez no sea así.
Por el título pensé que ibas a escribir de Lucha Libre. Oh, decepción.
ResponderEliminarPues qué bueno que tus papás (basado en lo que dijo tu mamá) no se pusieron en el papel de críticos literarios, porque chanza y la censura que te pudieron haber aplicado te hubiera desmotivado incluso para abrir un blog.
¿Cómo es que llegaste a la conclusión de que tu carrera no te apasiona? ¿Basado en tu trabajo de becario en las minas de azufre? ¿En la incompetencia de tus compañeros que no saben ni usar un formulario? ¿Porque no oyes campanitas cada vez que se toca algún tema de Ingeniería? ¡Por favor! Demasiado pronto para ese tipo de pensamientos.
Por otro lado, ¿quién dice que no puedas hacer al mismo tiempo las cosas que gustas, como escribir y hacer cerveza, mientras te sustentas con un trabajo relacionado con tu futuro título?
¿Quieres todo ya en bandeja de plata? No compadre, hay que talonearle.
Sobres, aquí te seguimos leyendo.
Saludos.