6 de marzo de 2012

León Enjaulado

Si usted querido lector también me sigue vía twitter (@eslemTG) tal vez habrá leído el Lunes que me encontraba atrapado dentro del almacén de refacciones de la empresa donde trabajo, sin posibilidad de salir de ahí. Bien podría ser el argumento en una tira de Bunsen (si alguien conoce al Sr. Pinto por favor mándenle este link) pero no es así… paso de la siguiente manera.

Yo como todo buen becario me encontraba haciendo un conteo físico como tornillos, tuercas y resistencias, ya saben, por lo que tiene que pasar todo ingeniero. La zona donde estaba era la esquina opuesta a la puerta lo cual, agregando la cantidad de anaqueles llenos y la distancia, me dejaba fuera del rango de visión de cualquier otra persona que entrara y eso fue lo que paso.

Alguien paso y vio la puerta abierta, mi error fue dejar el candado con la llave a un lado por lo que esa persona, actuando como debería de ser, cerro el almacén para que nadie ajeno fuera a entrar y tomar algo, el problema fue que no contó con que el practicante estaba dentro. Lo peor de todo, es que yo tampoco me di cuenta.

La verdad no supe cuanto tiempo paso pues estaba bien clavado en mi tarea de contar tuercas pero cuando dije “es hora de comer”, me di la media vuelta y me acerqué a la puerta ¡oh sorpresa! Me encontraba atrapado, afortunadamente con mi iPod Touch por lo que me podía entretenerme por horas ¡PERO ESPERA! Me quedaba 20% de batería… me sentía dentro de una mina (¿de azufre?) atrapado sin poder escapar.

“Pensemos ¿Cómo poder salir de aquí sin armar el mayor escándalo posible?” Me decía a mí mismo, tenía que ser lo más discreto posible pues después del “Como un auto de fórmula uno” no quería agregar algo nuevo a mi expediente. Pensé en llamar por teléfono pero no me sé el número de mi empresa, primer error, también podía subir los anaqueles e intentar pasar por un agujero que hay en la parte alta de la pared intentando esquivar tubos con complejos compuestos químicos a temperaturas altas, no, no era opción. La tercera era la que menos quería pero a la vez, la más práctica… enviar un correo a todos los de mi departamento desde el iPod y esperar a que alguno lo leyera y fueran en mi rescate. Estaba ya tecleando el aviso cuando de la nada llega el rescate.

Para mi fortuna paso la asistente de producción buscándome porque tenía que ir a recibir un material y sabe que si no estoy en mi lugar seguramente me encuentro en el almacén, al encontrar la chistosa situación no pudo más que reír a carcajadas, hablar por el radio a mi jefe que tiene las llaves y cuando menos lo esperaba ahí estaba todo el departamento afuera curándosela de mi situación, no, no fue agradable.

¿La cereza del pastel? Cuando llegue al comedor ya no había Coca-Cola. Dios y yo que pensaba que ser becario era aburrido y tedioso.

Nos estamos leyendo
Eslem Torres

1 comentario:

  1. Desde ahora serás "El que se quedó atrapado en el almacén". Ya pasaste a la historia, je je je.

    Saludos.

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