12 de febrero de 2011

El Amo de Casa o Como un Macho Aprendió a Apreciar a su Mujer

Hace ya unos meses me paso algo bastante curioso en el banco. Estaba haciendo fila para dar un depósito y como es costumbre pues había muchísima gente, como siempre que uno tiene que hacer algo urgente. El que estaba enfrente de mí en la fila hablaba por celular y le decía a su interlocutor que ese fin de semana era navidad, a lo que yo le hice señas que querían decir “no señor no, navidad es hasta el siguiente fin de semana!” lo que al parecer me entendió perfectamente porque corrigió con la persona que estaba del otro lado del teléfono y siguió con su discurso. Después de terminar la llamada se volteo y se puso a platicar conmigo.

Dos cosas que se me hicieron extrañas, primero ¿Qué no se supone que no te permiten usar el celular dentro de un banco? Digo, a mi una vez me hice el ridículo que conteste una llamada mientras estaba en fila y las señoras de la caja me decían que tenía que terminar mi llamada porque sino ellas no podían continuar con las operaciones en su máquina. Bueno y segundo ¿Por qué te pondrías a contarle tu vida a un extraño en la fila del banco? Digo hay mil temas a tratar, pero tu vida personal simplemente es muy random. Pero bueno, si esto no hubiera pasado no tendría esta historia que se me hizo muy interesante.


El señor se presento y me conto que el ya no trabajaba, que el ahora era un amo de casa. Bueno no me sorprendió, digo ya hay dos tres casos que conozco igual, pero lo que se me hizo irónico fue lo siguiente. El hace años era el típico hombre machista que trabajaba de sol a sol y que al llegar a su casa su mujer debía estar ya con la comida lista, la casa impecable y los niños traídos de su escuela. Para él la mujer debía estar en su casa atendiendo al señor. Y así vivió varios años, muchos, después por alguna jugarreta del destino y la crisis del 94 quedo sin trabajo, pero afortunadamente como dice el consiguió uno en poco tiempo, claro con un sueldo mucho menor al que tenia y así, para que a su casa no le faltara nada, accedió muy a su pesar a que su mujer también buscara trabajo.

Así paso el tiempo, en el cual las cosas tuvieron que empezar a cambiar, ahora las labores de la casa tenían que repartirse entre ellos dos y sus hijos, ya el señor no podía exigirle mucho a su mujer en cuestiones del hogar porque ella venia igual o más cansada que el de trabajar, algo que como él me comento, le costó bastante entender en un principio. Luego los hijos se fueron de la casa que fue tanto bueno como malo. Ahora que no había absolutamente nadie en su casa mientras ellos trabajaban pues no se hacía más mugrero o desorden, pero también se fueron algunas manitas que mucho o poco también ayudaban.

Batallaron mucho por el choque emocional que era para este señor machista el hecho de tener que calmar sus impulsos y empezar a respetar de igual manera a su mujer, peor tantito cuando empezó ella a ganar mucho mejor que él en su trabajo, siendo ahora la proveedora principal del hogar. “Híjole, fue un golpazo para mí, me sentía agredido, ofendido, no no no, casi mi orgullo me hacia cometer la mayor estupidez de mi vida que era dejar al amor de mi vida” me comentaba, el decía que independientemente de todo el ama locamente a su esposa, pero que como el creció en una familia muy “tradicionalmente mexicana” pues le costaba ver que su esposa fuera ahora la de los billetes.

Añitos después llegaron los nietos, a lo que vino también una decisión muy importante. Sus dos hijos trabajaban y las esposas de estos también, pero la señora no quería que los bebes fueran a dar a guarderías, así que estaba dispuesta a dejar su trabajo para así ella encargarse de los nietos. A lo que el señor respondió con lo que el mismo me dijo fue la decisión más valiente que ha tomado.

Decidió ser él el que dejara de trabajar, para apoyar a sus hijos, atender su casa mientras la señora trabajaba, ya que pues iban a estar peor con los dineros si ella era la que dejaba su trabajo. “Todos se sorprendieron, me insistieron mucho en que lo pensara, que eso no sonaba como algo que yo normalmente diría, pero con todo el antecedente que te he contado pues ya empezaba a ver las cosas de distintas maneras” así empezó entonces un cambio. La cosa no se veía tan mal en un principio.

Me dice que desde ese entonces han pasado ya unos 3 años, y que por su casa han pasado ya 3 nietos, dos niñas de y un niño. Ha aprendido a cocinar “y no es por presumir pero lo hago mejor que lo hacia mi esposa” dice con una gran sonrisa en el rostro, atiende su casa de manera excepcional y ahora su esposa es la que llega a la casa cansada, fatigada y él es el que la atiende, cuida y ahora casi casi le tiene que hablar de usted.

“La verdad nunca se me hubiera ocurrido la chinga que es tener que mantener una casa limpia, hacer de comer y luego andar cuidando a mis nietos, la verdad es menos pesado tener que ir a trabajar a ganarse el pan” Y así fue como este señor cuyo nombre, para que les hecho mentiras, no lo recuerdo, pero me hizo ver algo muy interesante, que aun un machista de los de antaño pueden cambiar su perspectiva a cómo ve a su señora gracias a una serie de eventos afortunados. A como me contaba su historia y hablaba de su vida, su mujer y sus nietos creo que todo vino para bien.

Aunque, su historia quedo truncada por el hecho que estábamos en una fila del banco y ya le tocaba ir a ventanilla a hacer su movimiento. Ambos salimos casi a la par solo nos despedimos con un apretón de manos y cada quien tomo su camino.

Cosas random que me pasan que sin embargo me dejan una historia que contar.

Nos estamos leyendo.
Eslem Torres Eriksson, Ph.D.

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