Hable hace unos días de mi enfermedad crónica de la sundressofilia y como esto me causa problemas en la vida diaria. Bueno, eso solo es mi toloache pero como toda persona con un súper poder nada sobrenatural también tenemos debilidades que nos truenan y nos pone en evidencia como los vulnerables seres humanos que somos.
A pesar de ser una persona muy pendeja (porque en nuestra sociedad, ser una buena persona es ser un pendejo) que no importa como lo traten siempre sigue siendo un bombón, también tengo mis limites, sobre todo cuando me agarran en mi modo Jack Nicholson en As good as it gets que estoy haciendo algo y me interrumpen, eso me emputa de sobre manera, incluyendo el teléfono, sobre todo cuando son los bancos y peor buscando a los que rentaban antes esta casa. Agregar también a los que van de casa en casa tocando como energúmenos para que les abras y no’mas te piden una ayudita. Puedo ser muy buena persona pero no tolero eso, nada, me porto grosero.
Hasta ahí todo bien, cuando tocan en mi casa y ofrecen algo también los mando a la chingada, con cordialidad y amabilidad por delante, pero a la chingada los mando. Hasta que uno de estos malditos encuentra mi talón de Aquiles y se aprovecha de mi vulnerabilidad humana… los rollitos de guayaba.
¡HIJOS DE PUTA!
A pesar de estar lleno de amor (por no decir gordo) no suelo comer mucho mugrero, por esto me refiero a frituras, galletas, dulces, chocolates y demás agregados, pero siempre hay algo que te dispara al corazón y juega con tu nostalgia, en mi caso son dos cosas, las paletas de chile en polvo cubiertas de miel y los rollitos de guayaba. Hay particularmente un par de chavos que pasan por las casas vendiendo dulces que ya saben esto y cuando tocan a la casa y me ven salir lo primero que dicen es “le venimos manejando lo que viene siendo el rollito de guayaba, las empa…” no lo dejo terminar y le digo ¡DAME DOS! A pesar que los vende unos cuantos pesos más caros que si los comprar en la tienda de la esquina.
¡MALDITA VULNERABILIDAD!
Esto lo escribo mientras me como uno de dichos rollitos, me miro al espejo y digo I hate myself… I hate myself. Después recuerdo que acabo de comprar mi 3-Day Pass para el Austin City Limits 2013 y me alegro más el día. Sumarle que vienen en camino un par de libros cerveceros para mi biblioteca junto a otro ingenieroso pues no puedo más que agregar que estoy en el camino de ser lo que quiero ser de grande.
Nos estamos leyendo
Eslem Torres
Pues claro que los venden unos cuantos pesos más caros que si los compraras en la tienda de la esquina. El flete cuesta. ;-)
ResponderEliminarProvecho con tus rollitos de guayaba.
Saludos.