1 de mayo de 2011

Yo Quiero Unos Pancakes con Guacamole



Les recomiendo ver primero este cortometraje y luego leer esta entrada, no dura mucho, son solo 10 minutos.

Ya tenía rato cocinando este articulo, pero lo estaba guardando para un día mas patriótico, y que mejor que unos días antes de nuestro famoso 5 de mayo, que es posiblemente mucho menos importante para nosotros que el 15 de Septiembre o el 20 de Noviembre, tal vez hasta menos transcendente que el día que juega la selección, sin embargo es la fecha que más he notado que identifican los gringos y hacen mucha pachanga a lo mexicano.

Ahora, yo si me siento orgulloso de mis raíces, yo no me pongo como algunos chiflados de “es que veras mi apellido viene de las altas tierras al sureste de las fincas españolas de abolengo real” y agréguenle su verbo favorito, que eso la verdad, si no tienes la nacionalidad no significa nada. Entonces vengo pensando esto, en mi pueblo pues, al ser un lugar donde todos vivimos de la agricultura veras a la gente con su sombrero, muchas veces aun veras gente montando un caballo o mula en los pueblito aledaños y porque no decirlo, a las “marías” vendiendo nopales en el mercado (que sabiéndolos preparar, putsssss saben con madres y a mí me encantan).

Celebramos nuestro Día de Muertos (el Xantolo, que es una fiesta que en lo personal me fascina culturalmente hablando) a las viejas tradiciones, la navidad la vez más con comidas más regionales que el clásico pavo a la americana. Aun hay poblaciones indígenas que conservan su idioma (se enojan si le dices dialecto), sus fiestas y sus costumbres, y es una gozada conocerlas siendo uno un “externo”. Hay poblaciones que viven de lo que siembran y que todo es aun 100% casero. Me gusta mucho platicar que una vez nos invitaron a mis padres y a mí a comer a una comunidad que no estaba muy lejos de la ciudad (más o menos media hora en carretera y otra media hora en terracería), llegamos y pues la típica casita de rancho donde vez a los animales sueltos y sus tierras a un lado sembradas en su mayoría claro de caña y lo demás de productos para su consumo.

No era nada del otro mundo, un asado de puerco, nopales, frijoles y tortillas recién hechas. Les puedo decir que he comido en muchos lugares, desde unos muy pinches tacos albañilescos hasta restaurantes que posiblemente nunca podre volverme a pagar y es a día de hoy que NUNCA he comido más rico en mi vida que aquella vez que nos invitaron a ese pueblito.

Como posiblemente lo dedujiste, todo era de su misma cosecha y bueno la señora debía de tener una gran sazón, pero lo que me impresionaba es que no veías NADA de productos conservados, o algo que facilitara el trabajo. Realmente era de admirarse. Eso sí, tampoco les voy a mentir, lo que tomamos fue Coca-Cola, esa no puede faltar en ningún lugar.

Bueno el punto que quiero llegar es que, desde que me mude al norte, si he notado mucho el golpe cultural del pueblito arrinconado en la huasteca potosina que quiere conservar sus costumbres a la gran urbe industrializada influenciada en gran medida por la cultura americana. Yo se que al estar más cerca a la frontera afecta, el que haya mucha empresa extranjera también y vaya, hasta donde tengo entendido según me decían algunas personas mayores, aquí nunca se ha celebrado el Día de Muertos como los hacemos en el centro. Tampoco se trata de ser tan criticón verdad.

Me empezaba a entrar mucho la curiosidad de cómo pensaran los locales sobre su cultura mexicana, porque bueno mi roommate me platicaba un caso sobre un chavo que decía “yo no conozco ninguna parte de México mas que Monterrey, pero he viajado por casi todo Estados Unidos”, y bueno de algo estamos seguros el chavo tiene la cultura del bate de baseball y el hot-dog sin embargo todavía conserva el nopal en la cara.  Otro dato curioso fue que ahora que mi tía está internada en el hospital y sus hijos que viven den USA vinieron (en diferentes fechas, cabe destacar) ambos me dijeron, y sin conocimiento de lo que el otro comento, que veían esta ciudad muy americanizada ¡y sin necesidad de que yo abriera el pico!

Todo empezó a empeorar cuando querían ir a comer, un McDonald’s por aquí, un Carls Jr. por acá, Chilis, Applebees y no sigo porque la lista es interminable. Todas las cadenas que ellos tenían allá estaban aquí, las fonditas caseras eran escasas y pues lo único que nos quedaba era atacar a la importación cultural más grande que tiene Monterrey, la carne asada y el cabrito. Ahora, como yo no soy muy dado a andar comiendo en la calle, pues empezó el embrollo de decidir a donde llevarlos, aquí fue donde me sentí infectado por la cultura americanizada, realmente no conocía muchos lugares a donde podía llevarlos, al menos de cabrito no, de carne asada si conocía unos dos o tres.

A veces ya sea por escuela, por trabajo o por comodidad empezamos a vivir muy rápido, demasiado, ahorrar tiempos es ya una necesidad y cosas como el fast food le cae de perlas a esta cultura, ahora súmale que en una familia “moderna” ambos padres trabajan y ya no hay quien haga la comida en el hogar, así que caen por lo fácil que dicho sea de paso, no es lo más saludable del mundo (aun el Subway del cual fui cliente distinguido en mis primeros semestres).

A lo que quiero llegar es esto, sé que es difícil y tal vez no ganamos nada con ello, pero creo que deberíamos sentarnos un momento, ver atrás y pensar en esas tradiciones mexicanas que por una razón u otra hemos ido dejando atrás, ir por ella y arrastrarla a nuestro presente. No nos vaya a pasar lo mismo que al Tío Jolito en el video que les puse al principio, que fue lo que termino por hacerme decidir en escribir esta entrada.

Al menos yo, me niego a darles dulces a los niños a menos que me pidan chichiliques cuando es Día de Muertos. Lo de disfrazarse para halloween y usarlo como excusa para hacer una gran peda legendaria donde termines vomitando cada 5 cuadras está bien, al menos cuando eres joven y más si eres como yo que se la pasa todo el año diseñando un disfraz para la fecha y al final terminas haciendo algo exprés unos días antes de la pachanga. Verán, me gusta la adrenalina.

Nos estamos leyendo
Eslem Torres Eriksson

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